6/22/2011

Si Él me quiere llevar, yo sé a dónde voy.

Todos tenemos distintas maneras de enfrentar la muerte. Esa señora intrusa que de vez en cuando nos visita, queriéndose llevar a alguien de nuestra familia, a un amigo, algún conocido o compañero de labores.

¿Se puede estar preparado para recibir a la muerte? Y no lo pregunto como si fuese algo lejano, como una situación etérea que irónicamente en algún momento tenemos que “vivir”, sino que lo pregunto como si fuésemos el receptor directo de una noticia que significa romper la rutina, cambiar las prioridades, redefinir lo realmente urgente, truncar sueños, cumplir otros, ordenarse (o desordenarse), acompañar, sostener, apoyar, consolar, llorar y también reír… en fin, como una noticia que da vuelta tu mundo.

Me ha tocado vivir varias muertes y creo que siempre me hago la misma pregunta y llego a la misma respuesta. Creo que es imposible estar preparado para una noticia así. Díganme… ¿Y qué se hace con ella? ¿De dónde la tomo? Si es igual a una piedra caliente, quema y duele.

Hay quienes lloran. Otros se conforman. Unos se asustan, los menos la agradecen.

¿Quién se ríe? ¿Habrá alguien que diga: ¡Qué bueno, me voy a morir!...?

Están los que se confunden, los que se rebelan, reclaman, protestan. Y están los que doblan rodillas y en una señal de humildad reconocen no poder cargar con ese peso tremendo que ponen en sus hombros.

A mi todavía me duelen las muertes de mis seres queridos. Su recuerdo vivo, a veces me hace olvidar que ya no están aquí. Ese tinte trágico me gustaría borrarlo. Alguna vez leí que uno de los mejores engaños del diablo era hacernos creer que la muerte es lo peor que nos puede pasar… (No sé si para el que parte, o para los que se quedan)… ¿es así?, quizás no es lo peor.

Ayer, a alguien muy amado le dijeron que sólo le quedaban 6 meses de vida como máximo, a lo que respondió: HACE TIEMPO ESTOY EN LAS MANOS DE DIOS, Y SI ÉL ME QUIERE LLEVAR, YO SÉ A DÓNDE VOY.