6/01/2010

Chao Tío Roby!





Cuando alguien muere, solemos recordar las cosas buenas que esa persona nos dejó. En este caso quiero recordar lo bueno y también lo malo, como lección de vida y como señal de muerte.
Los primeros recuerdos que tengo de mi tío, son de cuando venía del extranjero a visitarnos a Santiago. Era un motivo de alegría verlo después de largos periodos fuera del país. No olvido que me trajo de regalo mi primer reloj (de mickey), me envió 2 postales hermosas, me dio una acualera gigante para que descubriera mis dotes de pintora, me regaló un libro titulado "Cartas a un joven Poeta" (cuando supo que había escrito algunos versos) y después de mucho pedirle logré que me diera un cuadro de Valparaíso pintado por él.

Fui su primera sobrina, recibí sus mejores mimos, me retrató cuando yo era una bebé.

Yo alcance a conocer al Robinson amoroso, alegre, ocurrente, talentoso, divertido. También conocí al otro Robinson, al que nos dolía, nos precupaba, al que a veces se convertía en angustia y carga pesada, al que partió.
Mi tío pudo haber muerto en cualquier parte del mundo, en cualquier rincón de Chile. Pudo morir de muchas maneras, pero escogió morir cuidado por su hermana Olga y su cuñado Jaime (mi mamá y mi papá), queriendo ver a mi tía Ana y rememorando sus veranos de niño en Mejillones. Eligió morir en Iquique, en la casa que por largo tiempo fue de mi abuelo Juan, en Izaza 1112.

Tío, ahora me despido de tí, como tantas veces lo hice de niña: Imaginándote arriba de un avión camino a un rumbo que me era y me es desconocido. No alcancé a despediirme de ti en vida, y me duele.
Partiste. Quizás no de la mejor manera, pero sí en los mejores brazos que podían cobijarte en ese momento.

Sinceramente deseo encontrarme contigo, RENOVADO, TRANSFORMADO. Aún tengo la esperanza, y todos lo que te quieren también la tienen. Dios lo sabe.

Chao tío Roby!
Tu sobrina Susanita.
(Fotos: Olga Tapia, Mi Mamá)

c